¿Cómo pudo Jesucristo aguantar la inhumana agonía de su trágico final durante tanto tiempo?
Para desentrañar qué fue exactamente lo que provocó la muerte de Jesús de Nazaret, uno de los personajes más relevantes y controvertidos de la historia, irremediablemente tenemos que indagar en el proceso de su agonía hasta su último aliento.
Esta cuestión ha mantenido ocupados a cientos de expertos en las últimas décadas. Éstos se han encontrado siempre con el mismo problema, la ausencia del cuerpo del autoproclamado Hijo de Dios.
Según la doctrina esencial del Cristianismo, Jesucristo resucitó de entre los muertos y el cadáver del Mesías nunca fue hallado en su sepulcro.
El máximo interés entre científicos y curiosos se desencadena a partir de 1968, a raíz del descubrimiento del esqueleto de un crucificado en los alrededores de Jerusalén, de nombre Yehohanan quien, según los análisis realizados, murió en la misma época que Jesús.
A pesar de no ser los restos de Cristo, se podía al menos estudiar el proceso de martirio sufrido en la cruz; síntomas, patologías, tipos de lesiones y causa inmediata de la muerte.
Con ello, se pudo por fin trazar un análisis completo y conciso, similar al del proceso de la muerte de Jesús.
Un paso muy importante ya que, como hemos dicho, faltaba la pieza clave de la antropología forense, los restos óseos.
Gracias a la información del cadáver de Yenohanan, se pudo realizar un estudio a fondo sobre las causas que, con mucha probabilidad, determinaron la muerte de Jesús de Nazaret.
Los primeros análisis procedieron de la popular Síndone de Turín, o lo que es lo mismo, la Sábana Santa, junto con los testimonios literarios de los evangelios canónicos y apócrifos.
En ella se reflejaba la imagen del cuerpo de un hombre que había sufrido una muerte atroz y que ‘supuestamente’ habría estado en contacto con dicho lienzo.
Mediante análisis del Carbono 14 y otros palinológicos, trató de datarse la reliquia aunque con grandes discrepancias respecto a la cronología.
Después de años de debate científico sobre su autencidad, -lo que a nosotros nos ha dado para varios artículos-, dadas sus características peculiares, gran parte de la comunidad científica y religiosa acuerdan que la imagen de la Síndone debió de pertenecer al mismísimo Jesucristo.
Conclusiones debidas en gran parte a la hipótesis de un grupo de científicos de la Universidad de Padua quienes emplearon técnicas forenses para comparar las fibras de la Sábana Santa con muestras de telas de la época de Jesús. Sorprendentemente coincidían.